domingo, 19 de agosto de 2012

Día 17: Horsovsky - Regensburg (Alemania) 115 km

Se levanta un día con una tímida niebla, pero todo indica que se levantara y me espera un día azul.
Desayuno temprano, tengo ganas de bici, todo y que llevo más de 2.000 km en las piernas no estoy cansino para ir con ella. La verdad que hacemos buena pareja, yo pedaleo y ella me lleva.
Veo como la humedad se evapora de los campos labrados, el cielo gris empieza a perder terreno por un intenso azul... Va ha ser un bonito día, lo presiento.
Veo una ardilla atravesar la carretera y más tarde a mi derecha un ciervo en medio de un campo labrado se proponía a travesear la carretera, pero en último momento se percata de mi presencia, nos quedamos los dos atónitos mirándonos, uno maravillado del momento, el otro aterrado por su seguridad... Después del momento mágico reacciono y rápidamente intento hacer la foto.... Él desaparece una vez más entre los matojos... Ha sido unos segundos maravillosos, que bonito, como relucía su manto marrón a la luz del sol... Lo siento, no hay foto, pero yo la tengo en mi mente retenida.
Seguimos dándole a los pedales, pero con más intensidad, hay que superar un puerto con pendientes del 12%, y después de él, entro ya en Alemania.
La bajada del puerto rápida y segura, todo y llegar a los 60 km/h. En Alemania el terreno es una sierra de cortar arboles, repecho viene, repecho va... Incluso algunos de ellos con pendientes tanto de subida como de bajada del 17%.... Esto exige de mi, el máximo esfuerzo y el desarrollo más corto de la BH.
Llega la hora de comer, y me paro en un chiringuito de carretera, para zamparme un frankfurd, con patatas fritas y DOS cocacolas.
A media tarde, entro en Regensburg, me impresiona el ambiente de turismo que existe aquí, perfectamente combinado con el cicloturismo o la bicicleta como medio de transporte. Miro la hora que es, es temprano, llevo sólo 115 km, es poco, pero está población se merece mi atención, el río, sus puentes, su impresionante basílica con dos Torres gemelas que tocan las nubes, y sobre todo la homogeneidad entre el peatón y el ciclista... Así que con este romanticismo me quedo admirado y deseo quedarme aquí.
Busco hotel, que por cierto esta lleno de hoteles de categoría, me aseo y consumo las horas del día visitando la ciudad, sus rincones y calles llenas de bicicletas.
Me tomo un helado riquísimo frente de la impresionante basílica, observando cada detalle de su repleta fachada de iconos. Sigo deambuleando por sus calles hasta la hora de cenar.
Me zampo una espectacular pizza con un cerveza y se hace de noche... Me ha encantado este día. He notado que ya tengo el paso andante por la calle inferior a los transeúntes.... Me encanta, estoy desconectado del todo, y un simple aparador puede llamar mi atención, una flor, una farola, no se cualquier detalle puede hacer que me detenga y observe sin decir nada...

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